X. IES Ramón y Cajal. La FP en la LGE


El presente capítulo es breve porque solo recoge las principales novedades que, a mi juicio, trajo la LGE en el ámbito de la Formación Profesional y no el importante trabajo posterior hecho en el centro (nada de su labor en ESO y bachillerato). Puesto que en ningún momento me dediqué a la docencia en este ámbito, dejo a quienes saben que lo completen.

1. El ámbito educativo en la Formación Profesional1

La formación profesional anterior, representada en Delicias por la Escuela de Aprendices (RENFE) y el centro Onésimo Redondo de la organización sindical, fue integrada en la LGE. Además, esta oferta se vio ampliada con la construcción de un edificio que respondía en su estructura, características y funcionamiento a la reforma educativa de 1970. La nueva edificación quedó integrada en un complejo escolar constituido por tres edificaciones que representaban a la EGB, FP y Bachillerato. Esta alineación la presento como iconografía de la creación de un paisaje urbano nuevo de edificaciones en la zona este de las Delicias: hoy serán CEIP Pablo Picasso, IES Ramón y Cajal e IES Delicias respectivamente. A este respecto, el centro de FP fue el primero de la zona así constituida en la carretera de Circunvalación (hoy, paseo Juan Carlos I). Este enclave responde al criterio de expansión del barrio por la zona este de Valladolid.

En este centro, Ramón y Cajal, el Ministerio de Educación y Ciencia ofertó cuatro ramas de formación profesional: sanitaria, química, peluquería y estética y administrativo. Estos ámbitos de la profesionalidad vinieron a ampliar la oferta de FP en el barrio.

El instituto de nueva creación se caracterizó por la apertura de sus cursos a la mujer, y las ramas de peluquería y estética, administrativa y sanitaria tuvieron gran acogida entre las adolescentes que pudieron incorporarse a la formación profesional en Delicias por primera vez. Gerardo comenta a este respecto: «las mujeres optaban por sanitario, administrativo y peluquería y estética; era un centro mayoritariamente de mujeres».

Por otro lado, el IES Ramón y Cajal colmó también el deseo de aquel alumnado que quería seguir dentro del sistema educativo aunque no hubiese obtenido el Graduado Escolar en la educación básica.

Igualmente, este centro lo presentamos como representante de la educación profesional contenida en la LGE en cuanto que presentó estudios de disciplinas profesionales necesarias para el idóneo desarrollo de un empleo (actividad profesional).

Frente a centros antiguos, cuya estructura de talleres industriales hubo que adaptar para implantar laboratorios, espacios de peluquería…, el centro resultó bien adaptado a las ramas ofrecidas; sin embargo, aunque al principio estuvo bien dotado, con el paso del tiempo la no renovación hizo que parte del material resultara inadecuado.

2. El ámbito de la profesión en estas enseñanzas

La finalidad del sistema educativo español, la educación integral, se secuencia en la FP en dos concreciones o ámbitos de contenidos: la tecnología específica propia de cada rama y el empleo (área o ámbito común a toda la FP); este último desarrolla cuestiones de orden social, económico, empresarial y sindical, con una llamada clara por parte del estado a las organizaciones de estos sectores a colaborar en la función orientadora de estas enseñanzas. Esta acción externa consistiría en facilitar la inserción laboral del alumnado. En el caso del Ramón y Cajal, por ejemplo, Gerardo afirma que faltó una formación real en forma de prácticas en empresas.

En el caso del empleo femenino, sirvan de ejemplo la dedicación a la peluquería de señoras, el empleo en los sectores de comercio y administrativo, corte y confección, puestos mayoritaria pero no exclusivamente desempeñados por mujeres. En épocas inmediatamente anteriores, y en el mejor de los casos, para optar a estos puestos de trabajo se requería como aval de formación general el Certificado de Estudios Primarios; tengamos en cuenta también que a finales de los sesenta, aparece el «Secretariado» como requisito meritorio para acceder a tareas de oficina, pero que no gozó nunca de acreditación académica.

Por otro lado, muchos y muchas adolescentes se habían visto en la situación de «aprendiz» de un oficio o artesanía mediante la asistencia directa con una profesional; era una forma de ir aprendiendo mientras, en el mejor de los casos, se cobraba algo de dinero; no era infrecuente escuchar por parte de los padres la frase dirigida a uno de estos artesanos: «cógelo para que vaya aprendiendo el oficio».

La LGE pretendió acabar o limitar estas situaciones o al menos dar opciones conducentes a una formación reconocida. A partir de entonces, la administración educativa contempló la FP como uno de los niveles que integran el sistema general de educación español. En este caso, la educación integral hacía explícita y prioritaria la capacidad para el ejercicio de una profesión como nota propia de este nivel.

3. La formación profesional como nivel del sistema educativo

Planteamiento educativo de la FP

La formación integral de la LGE se abrió a la formación específica en los estudios de formación profesional, que queda formulada en los siguientes términos: «capacitación de los alumnos para el ejercicio de la profesión elegida».

Esta formación supuso para muchas personas el reconocimiento de otras ramas profesionales distintas a las de la mecánica y la industria metalúrgica, que hasta el momento habían sido las únicas regladas.

Por otra parte, (aquí seguimos a Elvira Reppeto2) el sistema educativo adoptó la enseñanza y la orientación como pilares de la nueva FP. Este planteamiento se traduce en actos de conocimiento para el saber hacer, para aplicar con eficacia la acción y alejarse del practicismo.

Este modelo propio de la FP se trasladó a los demás niveles del sistema educativo español, transversándolos mediante asignaturas específicas, por ejemplo, en EGB, la plástica, bajo el nombre de Educación Estética y Pretecnología; y en 2 º de BUP aparecía EATP (Enseñanzas y Actividades Técnico-Profesionales), que eran varias asignaturas entre las que optar. En todos los casos, estas enseñanzas formativas no tenían carácter profesional.

Respecto al itinerario de FP propiamente dicho, estaría dividido en dos grados, de dos y tres cursos respectivamente, y luego se podría acceder al tercer nivel de la formación profesional (que entiendo que no llegó a desarrollarse), que tenía carácter universitario (previos cursos complementarios).

El primer nivel, de dos cursos de duración, estaba reservado para las personas que accedían directamente desde la EGB (no era necesario el Graduado Escolar) o aquellas que no tenían superados dos cursos de BUP. En este nivel, lo formativo exige básicamente adquisiciones de conocimientos culturales en grado, dominio y amplitud adecuados, y se conseguiría un título de auxiliar profesional al superar ambos cursos.

Al segundo nivel de FP se accedía una vez terminado el primer nivel o con dos cursos superados de BUP. Era considerada para la mayoría de la gente como la verdadera formación profesional, y esto por diversas razones que trataré de presentar a continuación:

  • Se presentó como estudio sistemático de la tecnología aplicada.
  • Constituyó un periodo de formación sobre técnicas específicas (ramas).
  • Supuso la superación de la dicotomía teoría-práctica (aunque socialmente siguieron siendo muy diferentes un ingeniero y un técnico) y se estableció el principio de «práctica ilustrada»: conocer los principios a aplicar en la concreción de una situación «problemática».
  • La importancia de este nivel quedó subrayada por la durabilidad: 3 años frente a 2 del primer nivel.
  • En el sistema laboral superó la condición de ayudante y se obtenía la cualificación de «Técnico Especialista».
  • Esta cualificación de Técnico Especialista de FP era equiparable al bachillerato (BUP) y permitía el acceso a la universidad si las notas eran buenas (a ciertas ramas afines, al menos).
  • Suponía abrirse nuevas perspectivas y una carrera a lo largo de la vida en el proceso de la educación integral (finalidad de la LGE).
  • Respondió plenamente a la relación formación-empleo;
  • pretendió el aumento de mandos intermedios.

Para la discencia, la segunda etapa de la formación profesional se consideró como un bloque dotado de «caducidad», ya que no se podía repetir cada curso más de una vez. Esto significó una selección para aquellas personas bien adaptadas a las metodologías de enseñanza orientadas a cubrir los puestos de trabajo de una sociedad que se pretendía poner «a la altura de Europa».

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Notas al pie

1 Para este epígrafe contamos con la colaboración de Gerardo Montero Ruiz, profesor del centro Ramón y Cajal.

2 Orientación Escolar, Personal yy Profesional, Elvira Repetto Talavera, Ed. UNED, 1977 (M).


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